Daytona USA, un arcade mítico para Sega Saturn

Nunca me he considerado un consumidor asiduo de la prensa de videojuegos en papel, es más, rara vez he finalizado la lectura de alguno de los escasos ejemplares de revistas especializadas que he adquirido —no sucedía siempre, insisto—. No obstante, admito que este soporte ha terminado por seducirme, hasta tal punto, que hoy en día leo bastante material en este formato, principalmente aquel que fui incapaz de valorar en ataño. Sin lugar a duda, está siendo un emocionante viaje que, además de brindarme la oportunidad de aprender mucho sobre la historia de esta industria y su evolución, me ayudará a nutrir todo el contenido que aquí publique, empezando por la entrada que nos ocupa. Para aquellos lectores que no hayan tenido ocasión de conocer a Daytona USA —espero que no muchos—, os invito a hacerlo.

Este clásico de los salones recreativos ha contado con multitud de adaptaciones desde que hiciese su primera aparición a mediados de los noventa (1994). Pese a ello, voy a centrar toda mi atención en la versión para, la a menudo olvidada máquina de Sega, Saturn. Un título que, en España, acompañó a la consola el día de su salida —el viernes 7 de julio de 1995— a un precio de venta que se situaba en torno a las 11990 de las antiguas pesetas. Una cifra que, aunque pueda parecer desorbitada para el usuario final de la época, no era tan elevada en comparación al de determinados casos para otras plataformas —quizás la propia Neo Geo nos podría servir como ejemplo—. Sin embargo, a excepción de este y los otros tres juegos —Clockwork Knight, Virtua Fighter e International Victory Goal— que se publicaron el primer día junto al sistema, superar las 10000 pesetas no era lo habitual en el resto del catálogo —solían oscilar entre las 7990 y las 9990 pesetas—.

Gentlemen, start your engines

Sabemos que esta conversión de Daytona USA no era ningún portento, pero logró llevar a los hogares de muchos jugadores una experiencia muy cercana a la ofrecida en el arcade original —salvando las distancias, por supuesto—. En cambio, hay diversos aspectos técnicos que repercutieron de manera negativa y que se aprecian claramente en el resultado final. Que se inclinaran por emplear la resolución más baja que posibilitaba el hardware sobre el que se ejecuta —320 por 224 píxeles— es comprensible, pero la ausencia de fluidez —aunque sea en ocasiones puntuales— en un juego en el que prima la velocidad y el hecho de tener que lidiar con un molesto efecto de «popping» en cada carrera, no lo termino de entender. Pero ojo, con esto no pretendo desmerecer el trabajo que realizaron sus creadores. Lo cierto es que el equipo AM2 se encontraba, por méritos propios, entre los más importantes de aquellos tiempos, de hecho, soy un gran admirador de varias de sus obras.

Podría optar por el camino fácil y atribuir, sin más, los problemas que he mencionado antes a las posibles limitaciones que pudiese presentar el aparato, pero me cuesta creerlo de un título que pertenece a la primera remesa de software de la consola. Basta con echar un vistazo a «Daytona USA: Championship Circuit Edition» —que se lanzó el año siguiente— para poder percatarse de que existía un considerable margen de mejora. Obviamente, también existe la posibilidad de que no se pudiesen pulir ciertos detalles por causas ajenas al equipo, de hecho, en alguna ocasión, los medios de la época habían mencionado una supuesta enorme presión ejercida por parte de Sega Japón —desconozco su veracidad— para que el estudio tuviese acabado el proyecto lo antes posible. Con todo, más allá de la curiosidad del dato, son cuestiones en las que no voy a profundizar en estos momentos, creo que lo primordial ahora es colocar el foco sobre el producto final y es lo que intentaré hacer.

Let’s go away!

Partiendo de que el juego se anunció y publicitó como uno de los grandes estandartes de Saturn, la compañía estaba obligada a poner todos los medios a su alcance para garantizar un género merecedor de semejante galardón. Indudablemente, tampoco podíamos esperar una reproducción idéntica, sencillamente porque, en términos de potencia, la Sega Model 2 —el hardware original— distaba mucho del utilizado por la consola doméstica. Por este y otros factores, adaptar este clásico tuvo que ser una tarea compleja y el talento de sus responsables considero que desempeñó un papel de suma importancia para la obtención de un resultado tan notable. Es más, el compacto presume de algunos extras exclusivos —como el «Modo Saturn» y varios autos adicionales— que únicamente se pueden disfrutar en esta versión y desde la comodidad del sofá de casa. Todo un acierto, sin duda.

Desgranar todo el contenido de la obra requeriría invertir un tiempo considerable y no es lo que busco, pero sí que creo interesante concluir comentando ciertos elementos. Daytona USA mantiene la esencia de la recreativa a través de su «Modo Arcade», su control característico, banda sonora, pistas y vehículos, aunque con una evidente reducción gráfica. Tan solo he de aclarar que, a pesar de que la caída en el nivel de detalle también se puede apreciar con claridad en los circuitos, el recorte poligonal se muestra mucho más acentuado en los propios coches —creados con alrededor de doscientos polígonos—. Pese a todo, cuando te pones al volante y pisas el acelerador para sumergirte en esta gran experiencia a más de trescientos kilómetros por hora, estas deficiencias, al menos bajo mi punto de vista, quedan relegadas a un segundo plano.

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