No tuve la fortuna de disfrutar de ningún título de la franquicia en su tiempo, de hecho, para conocer sus orígenes tendríamos que remontarnos incluso más allá del día de mi nacimiento. En efecto, sé que ya voy teniendo una edad, pero todavía no soy tan mayor. Lo cierto es que la primera vez que oí hablar de ella fue hace ya varios años, evidentemente no recuerdo una fecha exacta, sin embargo, si podría confirmar que fue el remake de una de sus entregas, concretamente «Wonder Boy: The Dragon’s Trap». Curiosamente aún tengo pendiente de jugar a este último y no es, precisamente, por falta de ganas.
En «Wonder Boy: Asha in Monster World» nos encontraremos con una aventura plataformera entretenida, pero excesivamente corta y con escasos incentivos para su rejugabilidad. Sus creadores han sido bastante conservadores y respetuosos con la obra original y es probable que ese exceso de fidelidad se haya convertido en un pequeño lastre para el título. Además, su dificultad no es ni desafiante hasta el punto de desesperar, ni tan sencilla como para pasearte sin más, al menos, esa ha sido mi percepción en casi todo momento. Eso sí, la mayoría de los jefes finales a los que nos enfrentamos no suponen un reto importante.
El diseño artístico lo considero bastante atractivo y la versión de Nintendo Switch, que es la que estoy comentando, no tiene nada que envidiar a otras plataformas en ese aspecto. Aunque también tengo que decir, que ciertas animaciones se antojan poco fluidas y tal vez se podían haber pulido un poco más. Antes de acabar, como dato interesante, si antes o después de finalizar «Wonder Boy: Asha in Monster World» os apetece probar Monster World IV (Mega Drive), en la edición física que adquirí estaba incluido. Una oportunidad perfecta para jugarlo, tanto si no lo has hecho nunca y deseas hacerlo, como si ya se te ha presentado la ocasión antes y quieres volver a completarlo.