Cuando tuve ocasión de verlo en acción por primera vez, reconozco que no me pude resistir a la tentación de caer en la habitual comparación con el propio «The Legend of Zelda: Breath of the Wild» —al que ya le dediqué unas líneas en esta entrada de aquí—. Por unos instantes, me llegué a plantear que estaba a punto de jugar al clásico título cuyas pretensiones pasaban, única y exclusivamente, por sumarse a la ola del éxito cosechado por la obra creada por Nintendo. Sin embargo, me equivoqué y no se limitó a copiar aquella fórmula aderezándola con un poco de mitología griega. Afortunadamente, el trabajo realizado por «Ubisoft Quebec» ha ido un paso más allá, aportándole su propia esencia —otra cuestión es que te pueda gustar o no—.
Salta a la vista que nos encontramos ante una aventura de mundo abierto que, artísticamente, puede entrar por los ojos —me parece que sus entornos son verdaderamente espectaculares—. En cuanto a lo narrativo, a pesar de que el argumento flaquea —y mucho—, creo que el tono paródico y el apartado jugable —del que os hablaré al final— han conseguido suplir ese punto. No os quiero destripar nada de la historia de Fenyx, nuestra/nuestro joven protagonista, al que, por cierto, podremos personalizar (sexo, peinado, rostro, color de piel…) gracias a un sencillo editor —muy limitado, también hay que decirlo— que nos proporciona el juego, prefiero comentar otros elementos que considero más interesantes.
Volviendo a la jugabilidad, en esta odisea la exploración y la resolución de puzles —que no suele ser excesivamente compleja— son, sin duda, dos de los principales ingredientes en esta receta condimentada con buenas dosis de plataformas y combates contra seres mitológicos de todo tipo. Antes de concluir —que me quedo sin líneas para escribir—, me gustaría enumerar algunos elementos que merecen mención: contamos con un sistema de progresión basado en un árbol de habilidades; podremos escalar casi por cualquier lugar; planearemos con la ayuda de unas alas; y no hay demasiadas misiones secundarias. Espero que me disculpéis si me he dejado algo en el tintero, que es lo más probable.