Llevo un tiempo leyendo y haciendo algo de reflexión sobre este asunto, pero no termino de decantarme por ninguno de los dos. He tratado de identificar aquellos puntos que, a mi juicio, considero más favorables y los que, por el contrario, suponen una clara desventaja. Lo peor de todo es que, lejos de hallar mi ansiada respuesta, he acabado dándole más importancia a las partes negativas que a las positivas de ambos. En resumidas cuentas, ahora no me convence ninguno de ellos y quiero tratar de exponer los principales motivos que me han llevado hasta esta inesperada situación —creo que antes era un poco más feliz que ahora—. Vamos a ello.
Siempre me sido partidario que poseer algo más tangible, me gustaba tener un soporte físico que, habitualmente, contenía el juego completo en cuestión —remarco lo de «completo»—, su manual de instrucciones, su caja e incluso gestos tan simples como desprecintarlo o insertar el cartucho, CD, o lo que sea, en la consola. Sin embargo, esto ha cambiado mucho en los últimos años. Por una parte, hoy en día los títulos que puedes encontrar acompañado de su manual impreso son escasos y, por otra, cada vez es más frecuente que el soporte físico no incluya un software funcional en si mismo, es decir, que requiera de algún tipo de descarga adicional para poder disfrutarlo —aquí entraría el formato digital, del que ahora hablaré—. De seguir esta tendencia, en el momento en el que la plataforma que permite la descarga deje de prestar servicio, no tendremos nada más allá de una caja, más o menos bonita, adornando un estante.
Es probable que el formato digital sea más práctico que el físico, pues nos evita problemas de espacio en casa y pone a nuestra disposición juegos a tan sólo unos cuantos clics, lo cual, me parece una auténtica maravilla —para el saldo de mi tarjeta no lo es tanto—. Podría enumerar otras muchas bondades de este, como que no se dañan y cuentan con muchas más ofertas, por citar algunos ejemplos. Pese a ello, como todo, tienes sus «peros». Me explico. El hecho de no poder compartir juegos con la misma facilidad que el físico o el temor a perder nuestra biblioteca en cuanto la plataforma que los oferta cierre sus servidores, son algunas de las trabas que me alejan de esta opción. En fin, esta es tan solo la opinión de un humilde servidor. ¿Cuál es vuestra visión sobre el tema?
Yo le veo ventajas a ambos. Eso de estar en el sofá y querer cambiar de juego y no tener que levantarse a cambiarlo vale mucho. El tenerlo físico es más para poder compartirlo con algún amigo, adornando una estantería con todos los título o si eres más clásico por el simple hecho de tenerlo como el tener un libro en formato físico (salvando las diferencias)
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Como bien dices, ambos tienen sus ventajas y lo cómodo y práctico que es el digital juega mucho a su favor. Personalmente, como ya he comentado en el texto, siempre he sido un fiel defensor del formato físico por el hecho de sentir que tengo algo en propiedad y saber que lo seguiré disfrutando siempre que quiera, sin, a priori, «fecha de caducidad» (a menos que se deteriore, claro). Aún así, como también comento, creo que la línea que los separa es cada vez más fina. Hoy en día, es más frecuente que decantarse por el físico, al a menudo requerir de algún tipo de descarga adicional para su funcionamiento, no sea más que por tener un adorno sobre un estante.
Muchas gracias por pasarte a comentar 🙂
Un saludo.
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